Porque hay veces que sobran las palabras.
Porque a veces las palabras no alcanzan.
Porque sé que a veces me faltan las preguntas.
Porque nunca las preguntas sobran.
Porque valen más las preguntas que las respuestas.
Porque hay preguntas sin respuestas.
Porque no hay respuestas sin preguntas.
Porque todo tiene un por qué.
Porque no siempre conocemos el por qué.
Porque no siempre sabemos las preguntas.
Porque la duda vale más que la certeza.
Porque la certeza nace de una duda y muere en otra duda.
Porque hay días que amanecen anochecidos.
Porque el destino no está escrito, ni en el cielo ni en el alma.
Porque el destino, si está escrito, niega la libertad.
Porque el olvido se hace llaga o termina en cicatriz.
Porque un momento es eterno.
Porque el tiempo es una paradoja.
Porque el tiempo es memoria proyectada y esparcida.
Porque el presente es un punto.
Porque pasado y futuro en este punto no existen.
Porque todo existe porque existo.
Porque la muerte no es quietud.
Porque la vida se nutre de la muerte.
Porque la muerte comienza con la vida.
Porque la vida está llena de vacíos.
Porque los vacíos se llenan con vida.
Porque nadie se explica de qué va la vida.
Porque imaginar que la muerte es oscura es que la vida nos parece luz.
Porque la luz necesita de la sombra.
Porque el universo es poesía.
Porque el silencio es la música interior.
Porque la poesía son los silencios en armonía.
Porque aprendí a reír de tanto llorar.
Porque los ausentes no dejan de volver.
Porque antes de cada final hubo un comienzo.
Porque antes de cada comienzo hubo un final.
Porque en cada partícula están la nada y el todo.
Porque no existe el porque sí...