Espejo empañado...


Aunque no sé si volver es lo que querría, me gusta creer en la posibilidad de un regreso después de la partida, aún sin saber bien para qué ni cuales serían los motivos que me alentarían a iniciar un nuevo camino, o a forzar un nuevo intento por encontrar la paz.

Con frecuencia los recuerdos me rescatan de la oscuridad del alma para humedecer los labios con apenas unas breves partículas de oxígeno, pero enseguida me arrastran hasta el fondo más profundo de mí misma, donde habita la soledad y desde donde brota una lágrima que cae implacable y se diluye en el océano de todos los dolores. En esas aguas turbias veo mi cara pobremente insinuada, como un reflejo que teme a la luz y que se esconde detrás de un espejo empañado.

Es entonces cuando a traición me asaltan las memorias más antiguas del vacío, del precipicio interminable del olvido y del desamor.