Recurrencias...


Nada cambia en realidad.

Mil encrucijadas
y un horizonte gastado.
La misma piedra en el camino,
la misma flor, el mismo cielo.
La tristeza remanida
en los campos desolados,
dos sencillas alegrías
y un deseo ya olvidado.

Y nada cambia, en realidad.

Un día que sucede a otro,
una ilusión perdida y sola
y el descubrir ya sin asombro
que hay poca cosa con sentido.

Los atardeceres adormecidos
que se escurren en silencio...

y yo atada a una estrella.


Los ciclos de la conciencia...



Tantas veces ya he salido,
tantas más he vuelto a entrar
y hoy soy sólo una partícula
preparándose a viajar
a su próximo futuro.

Soy destello imprescindible
de éste cosmos sin fronteras
pues sin mí nada existe.
Ni conciencia ni infinito
ni el futuro mes de abril.

Soy mujer y he sido hombre,
perro, pan, estrella, hormiga;
un cristal de fina escarcha
en lejanas madrugadas.

Quizás también seré gusano,
árbol, nube o algo más:
un suspiro universal.

Te pariré y me parirás;
serás agua y yo raíz.
Llegaremos juntos siendo uno,
siendo un todo hasta el final.
O tal vez hasta el principio.

Poco a poco...



Van muriendo los días detrás de tí y por delante de mí. No existen las urgencias, sólo tu ausencia y mi perpetua nostalgia.

Los vientos de la muerte se robaron las horas, los años. Pero en el profundo y negro cielo de la noche está tu voz y está tu luz. Y es allí donde tal vez otros mundos sean posibles, con verdades más tiernas y realidades que se puedan inventar. Mundos intangibles que parezcan fantasías, sin dolores y sin olvidos; sin ausencias...

Allí volveremos a ser felices, jugando eternamente en los infinitos hologramas de la infancia, replicados por siempre en la piel intangible del universo. Pero hoy me desgarra la pena...

En el mientras tanto voy viviendo despacio para que me alcances y muero poco a poco para reencontrarte...