La fuente...


El agua de una fuente es una especie de eco de la imagen. Una suerte de espejo vivo y profundo. Muestra casi tanto como lo que oculta y hasta se muestra celosa y ante una mínima brisa nos niega nuestra propia imagen… O nos la devuelve como ella quiere, en círculos o en ondas o revueltas de tal manera que es imposible distinguir entre el cielo y nuestro vestido…

Si se siente feliz nos regala alguna florcita que cae justo en nuestro cabello, rodeada de un halo de mínimas olas. O le roba un pequeño reflejo al sol y nos lo coloca en la mirada para que compartamos su luz.

Las fuentes son mágicas, prodigiosas y misteriosas…

Principio y fin...


Nacemos…
.. .. .. 

Día Noche Día Noche Día Noche Día Noche Día Noche Día Noche

Día Noche Día Noche Día Noche Día Noche Día Noche Día Noche

Día Noche Día Noche (…)

Día Noche Día Noche (…)

.. .. ..

Morimos…

.. .. ..

Suena feo así, no? :-/

Pedaleando contra el viento...


Cuando no puedo vencer al viento en un primer intento, sigo insistiendo todo lo posible...
Es que el viento puede ser muy fuerte y venir en contra, pero en algún momento amainará y hasta cambiará de dirección y para ponerse a mi favor...

El gran narrador...


Aunque no nos demos cuenta, el viento es un gran narrador de historias.
En su camino va recogiendo palabras en mil idiomas, gestos que dicen más que mil palabras (y que mil idiomas). Historias de amor, de odio o de soledades.
Relatos de pasiones, de olvidos. Realidades y fantasías de pueblos ignotos. Mitos, leyendas, locura, fe…

El viento es sabio. Prestémosle mucha atención…

La calle mojada...


Abrí una tarde la ventana
(fue aquel día demacrado
que extravió mi calendario).
La persiana gimió ausencia,
como el párpado herido
tras un sueño impenitente.

Miré la calle tan mojada,
pero yo no estaba allí
(y tampoco estabas vos).

Quizá llegué muy tarde.
Tal vez jamás estuve,
pero creo que es posible
que corriera por demás
y no vi cuando doblaste
en alguna bocacalle
con farolas relucientes,
con más brillo en su empedrado.

Era nube mi cintura
escurriéndose en tus manos
como aguas de verano.

Miré la calle tan mojada
y ya nunca te encontré.
(Y tampoco estaba yo)

Mariel

El fin...


El día se termina. Es el fin, como el de algunas historias, como la mortecina luz de los amores olvidados. Como muchas ilusiones o como tantas esperanzas. Como todas las amarguras…

El día termina y yo salgo de este mundo de ilusiones despechadas con el pequeño bagaje de mínimos instantes de felicidad, retazos de soledad, risas sinceras, dolores antiguos, angustias nuevas, placeres relampagueantes, palabras dichas, palabras calladas, sueños frustrados y fantasías utópicas…

Un día, en definitiva, pleno y enriquecedor…

Esta noche soñaré nuevos sueños. Otros sueños. Sueños que mañana se harán realidad por un designio del destino o por la prepotencia de mis deseos…

Siempre...


La brisa me trae tu voz.
y la noche, tu mirada…

Y en los pliegues de mi piel
el almendrado recuerdo
de tus manos…

El juego que jugamos...


Muchas veces tenemos la sensación de que somos simples piezas en un juego que juega alguien más.
No importa si una pieza más importante o menos, más valiosa o insignificante. Sentirse una pieza casi sin voluntad propia no es agradable, aunque nos lo adornen para que nos quedemos conformes y sigamos en el juego...
Creo que cuando llegamos a ese punto y sentimos que la vida nos está por dar Jaque Mate, la única salida que nos queda para retomar nuestro camino es patear el tablero y jugar nuestro propio juego...

Madre salitre...



Viejo salitre que te revuelves
como gigante adormecido
y que en tus sueños tumultuosos
nos revives el pasado.

Tú me has visto algunas veces
en mi niñez despreocupada
buscar tus alas de espuma blanca,
¿no me recuerdas en tu placenta?

Yo te conozco de mucho antes
mi vieja madre originaria.
Mi antiguo hogar.
Cuna ancestral.

Antes de irme para volver
quiero encontrarte una vez más
y así llevar en mis arrugas
tu savia amniótica
y cerrar el círculo.

Y que me engendres una vez más
y tras el parto de iodo y sal
me acunes suave entre tus olas
y me protejas de las ventiscas
con una manta de luna blanda.
Y al despertar en la mañana
con un sol tenue y acogedor,
mamar la leche de las estrellas
que acumulaste en plena noche.
Y al tiempo justo buscar un vientre
de carne viva y sangre caliente
que me cobije por nueve lunas.
Y así volver a intentar caminos,
a buscar respuestas a nuevas dudas,
a agregar más dudas a las respuestas.
A preguntarme qué hago aquí...

Mariel

El amor después del amor...


(...)
El amor después
del amor, tal vez,
se parezca a este rayo de sol.
Y ahora que busqué
y ahora que encontré
el perfume que lleva al dolor
en la esencia de las almas,
en la ausencia del dolor
ahora sé que ya no puedo
vivir sin tu amor.
(...)

"El amor después del amor"
Fito Paez

Fue en noviembre...


Fue en noviembre. Un mediodía…

Dijiste adiós y allí quedé en ese andén, como dormida. Entumecida de miedo y de dolor. Abrazada a las penas que ya había olvidado.

El mundo se fue difuminando alrededor mío y yo me fui diluyendo con él. Me fui esparciendo en el aire como la bruma que muere bajo el sol del mediodía…
Un mediodía. Fue en noviembre...

Cerca y lejos...


Estoy muy cerca tuyo. Tan próxima que nunca me puedes ver, que nunca me escuchas ni me presientes…

Yo te veo cada mañana y cada noche. Escucho tu voz profunda, pausada y tierna. Siento tu aliento en las mejillas. Me hablas sin saberlo. Me abrazas entre las sábanas y bajo el agua fresca de la lluvia.

Mira y me verás.
Mira y me tendrás…