Responso...


Salitre, viento
y la roca dormida.
Esbozo primero
de un tiempo continuo
que nos vuelve a juntar.

En tu espera paciente
recreo la ilusión
de que seas regazo
para toda mi historia,
la que recuerdo
y la que,
por compasión a mí misma
limé de mi piel.

Entre tus largos murmullos
se irá mi nombre,
mi carne toda
y hasta mis latidos,
aún antes de latir.

En tu aliento primitivo
quedará escrita
mi única virtud,
como un primer horizonte
desde donde partir
cada mañana.

Mariel

En vuelo...


Te fuiste en vuelo suave, como vuelan mis sueños. 
Y así habrás de volver, como vuelven a mí los sueños más queridos…

Estás...


Estás allí. Y estás aquí…

Lo sé porque lo siento, porque lo presiento.
Y aunque no me lo sepas decir, también lo sabés. 

El viento y el horizonte me lo acaban de contar…
Me esperarás con paciencia y yo llegaré lentamente para que me abraces otra vez…

De paseo...


Andarás por allí, desandando cielos. 
Atravesando nubes. 
Amaneciendo soles…

Estarás en todas partes, 
como el aire. 
Como el amor.

Estarás siempre 
porque nunca te has ido...

Creyente...


Si de creer se trata,
diría que fui siempre
una suerte de creyente,
una ilusa practicante.

Creí que el tiempo no fluía,
que era un mero formulismo.
Un manto imperceptible,
tan eterno como mío.

Creía que el amor
se adhería con un beso,
y que mil besos desterrados
perpetuaban el dolor.

Creí en lo firme de mis huesos,
en lo fresco de mis sienes
y en la agreste insurgencia
de la carne desmadrada.

Creí siempre que la vida
podía ser miles de cosas,
pero nunca esta quimera.
Este irse poco a poco.

Mariel