Respuestas...


Porque hay veces que sobran las palabras.
Porque a veces las palabras no alcanzan.
Porque sé que a veces me faltan las preguntas.
Porque nunca las preguntas sobran.
Porque valen más las preguntas que las respuestas.
Porque hay preguntas sin respuestas.
Porque no hay respuestas sin preguntas.
Porque todo tiene un por qué.
Porque no siempre conocemos el por qué.
Porque no siempre sabemos las preguntas.
Porque la duda vale más que la certeza.
Porque la certeza nace de una duda y muere en otra duda.
Porque hay días que amanecen anochecidos.
Porque el destino no está escrito, ni en el cielo ni en el alma.
Porque el destino, si está escrito, niega la libertad.
Porque el olvido se hace llaga o termina en cicatriz.
Porque un momento es eterno.
Porque el tiempo es una paradoja.
Porque el tiempo es memoria proyectada y esparcida.
Porque el presente es un punto.
Porque pasado y futuro en este punto no existen.
Porque todo existe porque existo.
Porque la muerte no es quietud.
Porque la vida se nutre de la muerte.
Porque la muerte comienza con la vida.
Porque la vida está llena de vacíos.
Porque los vacíos se llenan con vida.
Porque nadie se explica de qué va la vida.
Porque imaginar que la muerte es oscura es que la vida nos parece luz.
Porque la luz necesita de la sombra.
Porque el universo es poesía.
Porque el silencio es la música interior.
Porque la poesía son los silencios en armonía.
Porque aprendí a reír de tanto llorar.
Porque los ausentes no dejan de volver.
Porque antes de cada final hubo un comienzo.
Porque antes de cada comienzo hubo un final.
Porque en cada partícula están la nada y el todo.

Porque no existe el porque sí...


Tiempo entrópico...


No hay camino cierto por el que transcurre el tiempo, sólo una encrucijada tras otra, desvíos, pasillos sin salida, pasajes sin entrada.
El tiempo, si es que existe, sería entonces un laberinto o un desfiladero que se cierra en sí mismo y que nos obliga a volver atrás y empezar una y otra vez.

Quizás, incluso, existan laberintos o pasillos que en algún momento son paralelos, para luego alejarse en dirección contraria y después de incontables vueltas y curvas, terminen encontrándose de nuevo en alguna de las múltiples encrucijadas.

Como una pila de papeles que el viento arrastra hacia adelante y cada hoja se va deteniendo en la misma dirección, pero en lugares diferentes... hasta que otro viento las vuelve a mover para depositarlas en una nueva dirección una y mil veces, hasta que lo único que queda es un desorden incomprensible. En algún momento dos o más hojas de papel podrán volver a cruzarse o hasta puede ocurrir que luego de viajar sin un sentido aparente a merced de los vientos que les toque, vuelvan a reunirse todas en una pila, en un orden aleatorio o incluso exacto. Las probabilidades están, aunque sean ínfimas.

Así me da la impresión que se mueve el tiempo en nuestras mentes. De atrás hacia adelante, hacia arriba, hacia abajo, de un costado a otro o arremolinándose como el agua que se escurre por el embudo de la memoria...