Heridas...


Llevo para siempre un bagaje de heridas.
Pequeñas, grandes, dolorosas o también algunas que transmutan en risueñas tras el tamiz del tiempo.
Heridas de amores, del alma, del ego, de mis fracasos.
Heridas que han cicatrizado. Algunas bien y otras quién sabe...

De todas ellas sólo hay una que jamás cicatrizará porque no es posible el olvido. Sólo una quedará indemne hasta que me pueda perdonar a mí misma. Sólo una que, aún oculta a los ojos ajenos, siento que todos perciben.

Sólo una. Aquella que me acompaña desde el día en que me arrodillé...

Huellas...


Voy dejando mis huellas aúricas por donde quiera que voy.
Quiera o no, es mi marca para esta vida y para siempre.

Alguien después (o antes) que yo las descubrirá alguna vez, a alguien les serán útiles para algo o a algún otro podrán perturbar. De mí depende la pureza de lo que dejo y de lo que dejé y de cómo deseo que me perciban cuando ya no esté aquí, cuando ya todo sea sólo recuerdos guardados en algún álbum de fotografías desteñidas…