Sol Negro...


Los días parecen empeñados en expandirse con bifurcaciones alocadas, como los brotes de un árbol embriagado de primavera. Decisiones, elecciones y circunstancias que se entrecruzan sin fin hasta convertirse en una maraña indescifrable de contradicciones.

Son encrucijadas yuxtapuestas y que, tome el camino que tome inevitablemente me llevarán a una nueva encrucijada, diferente pero igual. Más que caminos, parecen desfiladeros angostos que se cierran detrás de mí y me impiden volver atrás.

Pero todo, comprendo al fin, no deja de ser un círculo, un laberinto en el que todos los caminos nacen y mueren en un mismo misterioso punto, el eterno Sol Negro. El punto caótico del origen y del final de todo lo que existe, de todo lo que aún no es y de todo lo que nunca será.


El corazón mirando al sur...


En ese instante sintió que la soledad se le presentaba en sus nortes con largas nostalgias de sures y en la tristeza de aquellos barrios que desde su ventana se hacían más distantes cuando las nevadas boreales los acorralaban en el tiempo.

Ilusiones y desilusiones se habían amontonado en las vitrinas opalescentes de los crepúsculos anodinos y deprimentes, descendiendo sobre mil tejados cargados de hielo y lejanía. Entonces el regreso era sólo un esbozo de deseo que se diluía en la maroma de los dolores más antiguos hasta desaguar quemando por entre los intersticios viscerales del alma.