El muro...


Bocas que muerden bocas
y dos cuerpos contra un muro
que gimen
que lamen alientos
ambos contra el muro.
Contra el muro son un cuerpo.

Cuerpos amurados
cuerpos clandestinos.
Sólo uno,
un solo cuerpo
el tuyo con el mío.

Mi cuerpo abrazado mordido
ardido y amado.
Violada la cáscara del dulce pecado
se enciende y se crispa
se quema se muere renace y estalla.
Un muro y un cuerpo
el tuyo y el mío.

Dos lenguas de fuego
que sangran y lamen
tu cuerpo
mi boca
tu muro
y el mío.

Manos
que suben y abarcan
que aprietan que lamen
que muerden y besan
que rasgan y bajan.

Sexos
que anuncian mil lluvias
que encienden mis soles
e invocan tus truenos.

Cuerpos que llueven
bocas que abarcan
manos que muerden
muros que truenan.

De a dos los deseos
ardidos quemados alzados
y un eco en mi boca
tu cuerpo en el mío
tus manos de lluvia
y mi cuerpo mordido.

Tu cuerpo
en mi cuerpo.
Tu cuerpo y el mío
y en el mío tu cuerpo...
En mi cuerpo
en mi boca
en mis manos
tu cuerpo.
Y en el mío,
tu lluvia.

Tu boca
y el muro.
Mi boca que bebe
tus besos que llueven.

Mariel

Lo eterno...

(...)
Desde una noche ciega
desde olvido
desde horas cerradas
en lo solo
sin lágrimas ni amor
te estoy llamando
como a la muerte
amor
como a la muerte.

(Idea Vilariño)


Cuanto dolor esta memoria sangrante, esta daga del recuerdo, esta oscuridad en mi pecho.

Queda tan lejana tu sonrisa, la mirada clara, los abrazos que estremecen la piel. Sensaciones nítidas, perfectas, reales. Sensaciones y emociones para las que no existe un calendario que me fuerce a olvidar.

Desde aquel día es imposible evitar sentir que mis manos son el reloj y que tu ternura es la arena que se escurre entre mis dedos.


Para la noche...


Tras la frontera
de la piel y la razón,
sigue vivo lo vivido.

De tu patio verde
emigraron las palomas
y la ochava me olvidó.

Fueron las manos del tiempo
que saquearon los recuerdos,
pero queda tu perfume
más acá de la frontera
de la noche y de mi piel.

Mariel