No existen los afueras...


Por más rápido que corra y aunque corra toda la vida, nunca llegaré a ningún lugar. 
O llegaré a todos los lugares. 
Porque todo estará siempre dentro de mí: el tiempo, la distancia, los lugares.

Porque nada existe ni sucede por fuera de mis pensamientos. 
Por fuera de la frontera de mis propias ilusiones. De mis imágenes. De mis perspectivas…

Dualidades...


Entre el adentro y el afuera…
Entre la luz y la sombra…
Entre lo que debo y lo que no debo…

Entre lo que soy y lo que quisiera ser pero no soy…

Simplemente porque me encantan...


Espaldas...



Así me siento hoy, de espaldas al mundo…

Alguna vez tenía que decidirme a dejar de estar de espaldas a mí misma…

Demoliendo relojes...



Es tiempo de acabar con el tiempo. De destrozar relojes, de desmenuzar almanaques…

Es tiempo de vivir mis tiempos. No importan las agujas girando sin sentido y volviendo al mismo punto una vez y mil veces. No interesa que mi piel se vuelva un reloj que marca sus horas arándola de a poco y silenciosamente. Tampoco importa que mis pies se vayan transformando en un reloj cada día imperceptiblemente más lento…

Nada de eso tiene valor ni sentido. Sólo sé que es tiempo de destruir el tiempo, esa mentira que me gobierna. Porque mis tiempos no se miden en horas ni en años. Ni siquiera en vidas. Mi tiempo interno es eterno y es mío, sólo mío y no tiene otro sentido que la vida misma, sin medida alguna. Sin precio en monedas o minutos…