Nostalgias cotidianas...


Es la piel que te recuerda en mis cotidianas soledades y en los murmullos de los sueños.
Te llama.
Te espera..

Es esa, esta piel, un frágil pétalo o un papel en blanco, una danza de arena que levanta su vuelo leve por sobre las dunas de mi cuerpo mientras tú no estás, mientras no te tengo, mientras duele tu ausencia…


De vida y vuelta...


Me deslizo inexorablemente hacia aquel lejano punto de partida. Ese punto en el centro mismo del universo. Será imposible que no despierte de este extraño sueño de vida ficticia y de las cotidianas pesadillas....

Así seré libre al fin de la mentira hecha verdad, de este estrecho sendero de pedregullo y lágrimas y de los tortuosos laberintos del desamor.

Dormiré en paz en tus brazos maternales, arrullada por la melodía imperceptible de la luna y volaré mil veces en el arco iris de un picaflor.


Parte de mi ausencia...


Hubo un día en que me separé de mi misma, gaviota errada.
Dejé de ser lo que fui alguna vez; desmemoria programada de antiguas ilusiones...

Me fui de mí a buscar lejanías que nunca encontré, horizontes que jamás alcancé.
Necesitaba el amor de corazones viajeros, de las almas vagabundas. De los espíritus presos en mis sueños.

Todo eso estaba en mí hasta que lo dejé escapar sobre las alas de mis gaviotas libres. Libres de mí y de mi esencia, libres del amor que creyeron encontrar en los cielos brumosos del afuera.
Ellas se llevaron lejos pequeños retazos de mi memoria, aunque sé que habrán de volver antes de irme para siempre, cuando me vaya plena de espíritu y con el corazón en paz...


La niña del espejo...


Con el roce
frágil y sensual
de una piel de porcelana
que resucita del olvido
danzando entre mis manos,
descubro que el tiempo
devenido en un bucle
de seda y suspiro,
se mece,
como la brisa,
entre mis manos
y mis costillas.

Cuando el tiempo se adueña
de los recuerdos dormidos
y de reliquias que nos retratan,
renacen las sensaciones, todas,
que estaban quietas en un rincón,
en la penumbra acogedora
donde la niñez se acuna.

Los años deslizan sus dedos
por los labios lejanos
que dejaron sus besos
en el terso borde
de una copa.
Y en cada destello del cristal
y de mis ojos,
intento rescatarlos
de las brumas del polvo
con que el descuido del alma
los ha cubierto.

Y entonces despierto
con la copa en la mano,
los labios resecos
y el polvo en la piel.

La niña sonríe
y me mira a los ojos
a través del espejo.

Sostengo la copa
y la brisa se mece. 

En los diarios de mañana...



Hoy leí en los diarios de mañana
que la muerte está tan viva como siempre
y la sangre sigue siendo buen negocio.

Ví también que aún se queman las palabras
en los cielos refulgentes de la guerra
y escuché cómo se mezclan los lamentos
con la risa nauseabunda del verdugo.

No pretendo borrar esto de mi mente
ni mostrarme como necia indiferente,
pero pienso dedicar algunas horas
a una charla mano a mano con la vida.

Me hace falta una ración de fantasía,
una dosis reforzada de ternura
u otra forma diferente de mentira.



Aquí o allá...


"Somos tanto el espejo como el rostro que vemos en él"

Rumi, poeta del siglo XIII

Después de todo, casi nada de lo que vea allí será toda la verdad. Tampoco nada de lo que ella vea de mí será del todo cierto. Somos dos imágenes, una simple representación de lo que yo imagino que soy y lo que ella supone que somos, y nada más que eso... y todo eso!

Lo que en verdad importa apenas si lo vemos, casi que sólo intuimos un mínimo destello en nuestros ojos, en el centro de la mirada... la mía y la de ella.

Aquí o allá...
De un lado y del otro.

Pero es justamente ahí donde reside el todo.
Es el gran secreto; la verdadera razón de la existencia.

Esa chispa, ese destello es tan infinito que le basta con sólo ser un punto que va de una mirada a la otra. De mi presente de este lado del espejo, al pasado que quedó detrás del cristal.

Es mi espíritu que vibra en el aire para alcanzar mi otra mirada y cerrar el círculo, para estirar mi conciencia hasta los confines inconmensurables de mí misma...


Espejos y espejismos...



De cuando me voy para volver...


Ya me voy
como pájaro vencido por la lluvia,
como río de lecho atormentado,
como brújula sin norte,
como norte sin sur.

Me voy
hecha grito silencioso,
asustada y desvalida
como niña en sombras
de noches sin luna.

Me voy
con la paz del furibundo,
con la ira del sumiso,
con la fe del descreído
y la luz del abrumado.

Me voy
buscando el día
y cerrando heridas,
bebiendo el rocío
de mis mejillas.

Me voy...


Nocturna...


En la melancólica quietud de mis noches es donde encuentro la calma que los días con sus brillos y sus voces se empeñan en desbaratar.
Es mi refugio, la guarida de los sueños por venir y el pequeño infinito de los recuerdos vivos.
Es el instante en que los deseos se expanden y danzan libres y en cada giro en puntas de pie, espantan los miedos y las preguntas que han quedado sin respuesta ni sentido.

E imagino entonces interminables laberintos de sensaciones nuevas y de antiguas voces, de frescos aromas y de sutiles presencias donde me pierdo para luego encontrarme...

Y cuando la última de las sombras se acuesta conmigo, el silencio me habla al oído de pasiones y de desencuentros, de amores y de esperanzas y de toda la vida que aún me queda por vivir...