En la melancólica quietud de mis noches es donde encuentro la calma que los días con sus brillos y sus voces se empeñan en desbaratar.
Es mi refugio, la guarida de los sueños por venir y el pequeño infinito de los recuerdos vivos.
Es el instante en que los deseos se expanden y danzan libres y en cada giro en puntas de pie, espantan los miedos y las preguntas que han quedado sin respuesta ni sentido.
E imagino entonces interminables laberintos de sensaciones nuevas y de antiguas voces, de frescos aromas y de sutiles presencias donde me pierdo para luego encontrarme...
Y cuando la última de las sombras se acuesta conmigo, el silencio me habla al oído de pasiones y de desencuentros, de amores y de esperanzas y de toda la vida que aún me queda por vivir...