Hoy leí en los diarios de mañana
que la muerte está tan viva como siempre
y la sangre sigue siendo buen negocio.
Ví también que aún se queman las palabras
en los cielos refulgentes de la guerra
y escuché cómo se mezclan los lamentos
con la risa nauseabunda del verdugo.
No pretendo borrar esto de mi mente
ni mostrarme como necia indiferente,
pero pienso dedicar algunas horas
a una charla mano a mano con la vida.
Me hace falta una ración de fantasía,
una dosis reforzada de ternura
u otra forma diferente de mentira.