Don't let me down - The Beatles (Más otros 25 temas!)

Tal vez la canción de los Beatles que más me gusta...
Don't let me down...
(Subtitulada en español)

Y un montón más (es una lista de reproducción de 26 temas)

Todo para mí...


Aunque nadie me vea. 
Aunque nadie se entere trato de no olvidar que el mundo es mío. 
Que todo está puesto allí para mí y para compartirlo en armonía con la vida. 

La vida manifiesta y la vida latente…

De paso...


No me preocupo si las personas pasan delante de mí sin siquiera enterarse de que existo. 
Después de todo yo no soy diferente a ellos y he hecho lo mismo durante toda la vida…
Esto no es en sí mismo ni bueno ni malo. 
Sólo que es una pena que perdamos tantas oportunidades de ensanchar infinitamente nuestros pequeños mundos…

Otra de espejos...


¿Un espejo es un multiplicador de nuestra imagen o un sustractor del Yo?

Sólo lo sabré cuando finalmente pueda introducirme en alguno de ellos…
Tal vez...

Cuando creo estar y no estoy...


Cuando imagino ser y no me puedo ver.
Cuando creo estar y no estoy...

Entonces es cuando más dudo de esta realidad de fantasía. 
Es cuando me convenzo de que nada existe sin mi consentimiento. 
Nada que se pueda ver o tocar puede ser real sin la aceptación del convencionalismo unánime de que sólo existe lo que se toca y lo que se ve. 
Que lo que la mente recrea constantemente es lo concreto, lo tangible.
Lo real…

Es allí, entonces, cuando me doy cuenta de que todo es una ilusión colectiva. 
Que lo real y lo que me hace universal e infinita no está afuera y la luz no lo alcanza. 
Que todo está dentro de mí y me trasciende. 
Me supera. 
Huye de mí sin abandonarme… 

Me expande.

El todo...


Es maravilloso saber que dentro nuestro está absolutamente todo el conocimiento universal...
El universo mismo...

Al mismo tiempo desmoraliza pensar que no será suficiente la vida  para entender cabalmente la verdadera riqueza que poseemos. 
Nuestro poder creador y transformador…

Tal vez por eso estemos condenados a volver y volver...

Una vez.
Mil veces…

El tiempo...


El tiempo…

Tal vez la más grande de las mentiras. 
El mayor y más perverso engaño al que haya sido sometida la humanidad…

El hacedor de rutinas.
El enemigo de los sueños...
El asesino de las esperanzas...

El verdugo del amor...

Como pompas de jabón...


Las fantasías, los sueños, las ilusiones son como pompas de jabón. 
Las lanzamos constantemente al aire para que vuelen lo más alto y lejos posible. 
Cambian de colores y juguetean con el viento. 
Algunas llegan más lejos que la mayoría. 
O más alto…
Todas terminan esfumándose, estallando en mil gotitas. 
Pulverizándose. 

Pero siempre hacemos surgir más y más pompas que las reemplazan... 
Y tienen otros colores 
o toman otras direcciones.
Por eso...
lo vital y lo único realmente importante es no dejar de producir nuevas pompas de fantasía,
globitos de sueños, 
bolsitas de ilusiones…

Estelas de mí...


Adonde vaya... 
Por donde camine. 
Por los sueños y por las pesadillas que me pueblan en las noches. 
Por los laberintos que me aprisionan o por las amplias y tumultuosas aguas del mar. 
Por las nubes que se desprenden de mí en gotas cadenciosas. 
Por la bruma que cubre y suspende los relojes. 
Por donde sea que vaya  voy dejando partículas de mí. 
Ínfimos retazos de mi historia y de los sentimientos que quedaron dormidos en la piel…
Son como aves en vuelo. 
Como estelas voluptuosas y efímeras…

De ilusiones...


Después de todo, nada de lo que vea allí será la verdad absoluta. 
Así como tampoco nada de lo que ella vea de mí lo será. 
Sólo somos dos imágenes fugaces.
Una simple representación de lo que yo imagino que soy y de lo que ella supone que somos.
Nada más que eso... 
Y todo eso!

Lo que en verdad importa apenas si lo vemos. 
Diría que sólo intuimos un mínimo destello en nuestros ojos, en el centro de la mirada... 
La mía y la de ella.
Aquí o allá... 
De un lado y del otro.

Pero es justamente ahí donde reside el todo. 
Es ese el gran secreto; la verdadera razón de nuestra existencia.
Esa chispa, ese destello es tan infinito que le basta con sólo ser un punto que va de una mirada a la otra. 
De mi presente de este lado del espejo, al pasado que espera detrás del cristal para luego proyectarse al futuro. Al inmediato y al que ya está sucediendo en algún punto indescifrable de eso que suele llamarse Tiempo. O sea, en algún punto ilusorio. Ilusión dentro de la gran ilusión que es en sí mismo el universo.
Es mi espíritu que relampaguea en el aire para alcanzar mi otra mirada y cerrar el círculo, para estirar mi conciencia hasta los confines inconmensurables de la más improblable de las ilusiones: yo misma...

El tiempo es fuga…



Desde el borde del pasado,
desde el centro de una foto
me persigue tu mirada
de salvaje ternura.
Se avalanza, sigilosa,
hasta el punto sin retorno
de mi pecho adormecido.

Corre el tiempo
y allí estás,
en algún peldaño oscuro.
En el breve rellano
del silencio.

El tiempo es fuga
y tu sonrisa sabe a sepia.
Huele a lluvia.

Mariel

Soy la misma...


Sigo siendo esa niña.
La misma que creí que no vería nunca más.
Soy la misma aún cuando nunca lo supe hasta ahora.
Aunque no lo creía ni lo entendía.

Todavía soy esa niña alegre pero temerosa de sí misma.
Maniatada por sus errores, sus pudores y sus vergüenzas.

La que se escapa.
La que se niega.
La que se esconde aún dando la cara...

Soy esa misma que juega y que ríe por nada.
La que llora por todo...

La que escucha la lluvia acurrucada en la cama...

Historias al viento...


Necesito con urgencia encontrar un lugar. 
Un espacio generoso en amplitud y serena energía. 
Y dejar la mente libre y silenciosa. 
Aquietar los pensamientos. 
Acallar mi propia voz interior para escuchar voces, sonidos lejanos y músicas nuevas. 
Abrirle el corazón al viento para que me susurre al oído sus eternas historias de lejanos lugares y de personas ignotas que cuentan penas, esperanzas y alegrías. 

Que cantan. 
Que callan.
Que suspiran...

Historias nuevas. 
Historias tan antiguas que apenas son audibles... 

Historias siempre llenas de sabiduría…

Así como todo cambia...


Amanece.
Abro los ojos y todo es como era ayer.
Como mi mente dice que era ayer...
Todo parece inamovible.
Inmodificable.
Intocable...

Todo.
Excepto yo...

Porque nada es igual, pero lo niego para no enloquecer.
Aunque bien sé que no soy la misma.
Ni siquiera la de hace una hora.
Diez minutos.

Un segundo.

Me expando y me retraigo.
Como el universo mismo...
Pero lo niego.

Me imagino indivisible.
Inseparable...
Imperturbable.

Pero soy impredecible como el sol de la mañana.
Contradictoria como un ocaso en otoño.
Como una gota de rocío...
Como una nube solitaria...

Como los besos que me diste...
Como la luna en tus pupilas...

Como el amor en nuestra cama...

Idas y/o vueltas y/o...


Muchas veces (demasiadas) siento que la vida pasa por otro lado o que yo voy en otro sentido...

En realidad no sé si eso es bueno o es malo, porque en definitiva ¿quién sabe cual es la dirección correcta o el sentido hacia donde corre la vida?

Sólo sé que a veces voy, a veces vengo y en algunas ocasiones sólo me detengo a observar.

Y me detengo a observar.
Y me detengo a observar...

Y me detengo...

Y el reloj...


Miro hacia atrás con disimulo para no asustar a la niña que fui y dejarla elegir lo que sé que siempre elegí. Lo que siempre tuve claro...
Siempre supe qué puerta debía cruzar sin importar lo que encontrara detrás...

Y el reloj…
¿Qué es un reloj?

Fugaz...


Cuando la oscuridad no tenga sombras
nacerá una luna sin caras ocultas. 

Llegará el día sin mí, porque así tiene que ser...

Y habrá una mañana que no me alcance,
una tarde de horizontes intocables
y una noche que no me recuerde...

Pero cuando estos ojos míos
ya no brillen,
ya no vean,
ya no lloren...
habrá infinitos ojos
acompañando mi regreso...

Pues volveré luciérnaga
o fugaz estrella fugaz...

Y seré luz...

Mariel

Cosas de la memoria...


La memoria es como una interminable sucesión de fotos pendiendo de un hilo. Pequeños retazos de nuestra historia que las tormentas del tiempo se empecinan en desordenar y arrastrar hasta los rincones escondidos del olvido…
Algunas quedan irreconcibles. Otras se pierden para siempre en la maraña de nuestros miedos del pasado...
Y están las que son rescatadas para nuestros ojos por algún rayo de sol, pero ya no son las mismas de entonces. Siempre guardan una pátina de aromas débiles y de brillos de colores sepia y nostalgia...