(fue aquel día demacrado
que extravió mi calendario).
La persiana gimió ausencia,
como el párpado herido
tras un sueño impenitente.
Miré la calle tan mojada,
pero yo no estaba allí
(y tampoco estabas vos).
Quizá llegué muy tarde.
Tal vez jamás estuve,
pero creo que es posible
que corriera por demás
y no vi cuando doblaste
en alguna bocacalle
con farolas relucientes,
con más brillo en su empedrado.
Era nube mi cintura
escurriéndose en tus manos
como aguas de verano.
Miré la calle tan mojada
y ya nunca te encontré.
(Y tampoco estaba yo)
Mariel
me encanta
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