Charito es un copo de nieve,
un trozo de cielo escondido.
Un coro de luz cuando llueve,
un lloro en mi cuenta del debe.
Buenos Aires amor baldío,
de besos de concreto y frío,
endulza tu palabra helada
que Charito está cansada,
sin sol, sin fe. Sin paz y sin bríos.
Se durmió como si tal cosa,
las manitas haciendo almohada
y el cruel agobio de frazada.
Baila un sueño de mariposa
por nubes de azúcar y rosas.
Sin hambre ni frío. Sin penas.
Ni una lágrima la encadena
a un mundo de labios marchitos.
Me has dejado sola, Charito,
con mi alma colmada de hienas.
(*) Escrita el 6 de junio de 2004, cuando aún quedaban cientos de chicos durmiendo y muriendo en las calles (como volvemos a ver hoy)