Estoy a la espera de algo que sacuda este letargo de los días grises, de esta larga hilera de miedos concentrados y de la negrura de las noches por venir.
A la espera del alegre tintineo de mil campanas anunciando calideces y aromas nuevos, de un rayo de luz que deje al aire mil colores inventados para mí, capaces de borrar la palidez de este corazón.
Y entre espera y espera
me quiero convencer,
trato de creer
que ya no habrá ausencias
que puedan ser eternas.
Me pongo de pie y abro las ventanas de impar en par. A veces creo haber perdido la razón y quiero asegurarme de que el cielo sigue allí, tan azul y tan arriba; que la brisa todavía sabe acariciar y que el sol persiste en su lucha por revivir lo que por dentro parece muerto.
Estoy a la espera
de decidirme a andar.