Como una despedida...


Cada mañana me reencuentro con el espectro en el que un día me habré de convertir y, cuando llega la noche, siento los huesos que se deshacen partícula a partícula. Huesos que al final de las palabras serán cenizas, talco y barro.

Se le escapa el aire y yo me ahogo; se le cierran los ojos y yo enceguezco; se le escurren las fuerzas y me siento inerme.

Soy el reflejo fiel, el espejismo vivo de su pasado muerto y ella, sin quererlo, el espejo astillado de mi futuro.

Se quiere ir porque se niega a seguir y yo ya no tengo energía para prestar.

El aire es denso y hace frío...