Latencia...


En el punto más lejano
del calendario
en que las luces
vistieron sus sombras,
se yergue una arista filosa,
una tajante quietud del verbo
y de las muecas de la vida.

Un centímetro de horizonte,
la tabla en el mar
y el ínfimo respiro
antes del adiós,
languidecen como arrugas
en los rostros seculares
de minutos y segundos.
De los días.

Es un vértice del tiempo
en el barrio y en la casa.
En la vida.
Y en ese nudo apretado
todo parece dormir.
Cada rincón de la casa
se henche de esperas.
El peso del silencio
lastima la espalda
y cuenta al oído
que cada cosa me pide
una palabra de alerta
o un gesto que delate
que hay vida por vivir.
Papeles acallados
por un manto de polvo
y pequeños desconsuelos.
Futuros hilvanados
en una noche o dos
que quedaron como huella
en algunos ceniceros.

Es un punto del calendario,
un vértice del tiempo,
un nudo en la garganta.

Mariel

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