El mensajero...


¿Nunca se quedaron quietos y abiertos a recibir lo que el viento o hasta una ínfima brisa decidiera traer hasta ustedes?

¿Nunca descubrieron aromas nuevos, sonidos desconocidos o hasta palabras inenteligibles entre los susurros del viento?

Los hay… Sólo es cuestión de quedarse en actitud receptiva.
Esperar. Tan sólo esperar… 
Todo eso y mucho más existe en el viento, que lo recoge pacientemente de los lugares más distantes e ignotos. De tierras exóticas, de colinas olvidadas, de ciudades imponentes o de pueblitos que ni siquiera figuran en los mapas.
Canciones, voces, ritmos, llantos y risas. El viento lo recoge y lo contiene todo y nos lo muestra generosamente cuando le prestamos atención.

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