Abuela...


Tu ajada mirada se llevó consigo el empedrado mojado, el viejo tranvía cantor, el alegre bullicio dominguero y hasta el eterno rasguño de la escoba de doña María contra las amarillentas baldosas de la vereda...

Y la luz te busca porque no te olvidó.
Dibuja con disimulo tu figura y te pinta las canas en el aire quieto de tu cuarto.

Hasta mi mirada conserva tu silueta y aún se entrelaza con las suaves lanas que tu capricho va tejiendo al compás amoroso de la aguja de crochet...

Y cuando abro la puerta de calle, mi corazón jura que escucha el dulce canturreo de tu voz y repite en silencio para mí: "nena, llevate un saquito?"