Cada noche muere de mí
un milímetro de piel,
una luna menguante,
una hoja de otoño.
Cada letra dibujada
al descuido en mi espejo
es un disparo certero
a mi escuálido almanaque,
un brillo dormido en mis pupilas;
un segundo atormentado
que en mi único reloj
se ha suicidado.
Y sin embargo, amor…