Tras un atisbo de luz,
un abismo de sombras
y esa lágrima que hoy se seca
en un brazo de tu cruz
como daga ardiente hiere,
como rayo quema el pecho.
Y el amor aún te nombra.
Sutil es la distancia
que separa y que silencia.
No son horas ni horizontes
ni memorias que olvidar.
Son palabras nunca dichas
y es la ausencia de miradas.
Son las risas repentinas
que perdimos de reír.
Y mi amor que aún te nombra...