Si ves luz en mi ventana
en las horas indecisas,
en las noches enfermizas
y en la espalda de la luna,
no supongas un desvelo
ni un dolor descontrolado.
No imagines soledades
ni tristezas consecuentes.
Sólo estoy dejando un rastro,
una estela luminosa
que te guíe con dulzura
hasta el centro de mi pecho,
hasta el borde de mis brazos.