¿Adónde irán las palabras que dijimos, los silencios compartidos, los besos postergados, los abrazos añorados?
Quiero imaginar que son parte del aire, que vuelan con los gorriones o que vagan blandamente sobre las nubes más blancas.
Tal vez se mecen en trigales dorados o quizás sueñan mis sueños entre las sábanas de mi cama...
Duele la incerteza, la angustia de pensar que ya no hay nada por hacer, que se han perdido para siempre las caricias demoradas y que por el apuro por vivir se deshacen las huellas en las arenas del alma.