La rueda sin nombre...


En el quieto punto del mundo que gira,
no era carne, ni estaba sin ella;
ni procedía de ni iba hacia...
en el quieto punto, allí está la danza, 
pero ni detenida ni en movimiento.

T.S.Elliot

Como el frío engranaje del reloj, la rueda sin nombre ha dado su salto. Un giro diminuto que mueve el universo. Un espasmo de vida y otro de muerte se deslizan por la fina frontera del círculo y sin piedad, el extraño destino desbarata una por una las tiernas ondas que en su inocencia imaginaron alcanzar orillas lejanas, horizontes tangenciales. Pero el ulular de la vida que parecía vencida, retorna a su centro a renovarse en las fuentes de las aguas eternas. Y ha de volver, como vuelve el sol transformado en luna y como retorna la luna en polvo de estrellas...

Y gira el círculo en su centro, como en danza cansina; así como fluye la sangre y se aleja, para luego volver.
Así la muerte pasa, desmembrando ilusiones de un día y sueños de una noche.
Así la vida vuelve, remembrando y despertando...

Pero un día quedamos pendiendo de un hilo, atados de manos y a merced de los dioses. Es entonces que en los cielos encendidos de luciérnagas, danzan su danza los amores perdidos, las glorias pasadas y los atardecidos rubores.
Y cuando todas las palabras parecen dichas, un antiguo gránulo de vida se estremece en el húmedo corazón del círculo para que nuevas ondas intenten alcanzar los horizontes tangenciales...

Es que en la aparente quietud de cualquier infinito, se mueve la vida simulando estar quieta.
Una vez más, como el frío engranaje del reloj, la rueda sin nombre ha dado otro salto...