Suele decirse que la única certeza que tenemos es que nacemos y morimos. Sin embargo, a cada paso la realidad me demuestra que no existe una única verdad, como tampoco una sola realidad (si es que la verdad y la realidad existen).
Tal vez lo que más se acerca a "la verdad" es que ni siquiera nacemos y morimos, sino que trascendemos. El nacimiento y la muerte son estados circunstanciales de un mismo proceso. Un proceso que no tiene ni tiempo ni plazos, sino que es el todo.
Al ser trascendentes, el tiempo deja de existir pues carece de sentido como tal. Creemos que el reloj y el calendario rigen nuestras vidas, sin embargo son sólo instrumentos creados por el ser humano y cuyo único sentido es poder tener un cierto orden en el segmento que transitamos en determinado punto y que denominamos ampulosamente como "la vida".
Es así que el tiempo es simplemente una ilusión conveniente a determinados fines, pero insustentable como idea de supuesta realidad concreta e inamovible. Al ser trascendentes, el tiempo desaparece, se diluye en su propia esencia. Esto es, en la nada.
No hay pasado ni presente ni futuro. En primer lugar porque es algo tan relativo y dual como lo es todo en el universo, en la mente y en lo que denominamos "vida". Siempre se dependerá de la percepción de cada individuo, de cada Ego, de la circunstancia y del punto evolutivo de cada cual. Nunca el pasado será el mismo para dos personas. Tampoco el presente o el futuro.
Por otra parte, la idea de pasado, presente y futuro son absolutamente inasibles. En el mismo instante tenemos siempre tres puntos del "tiempo", siendo el presente el más absurdo de los instantes. Quizás, si eso fuera posible, el más fugaz de todos. Antes de pronunciar la palabra "presente", éste ya es pasado. Se puede decir que la misma cosa sucede con el "pasado" y con el "futuro". Por eso, todo sucede a la vez, inevitablemente. Estoy convencida de esto, aunque resulte poco menos que imposible para mí dar una explicación exacta del fenómeno. Pero sabemos que casi nada puede ser explicado de manera sencilla y clara, hasta para cada uno de nosotros mismos, así y todo creemos tener certezas de casi todas las cosas...
Si somos trascendentes, si trascendemos a la vida y a la muerte, ¿cuál es el pasado, el presente o el futuro? Estamos en un movimiento constante, aún en lo que conocemos como la "muerte" que no es más que un cambio de estado, un paso necesario para seguir nuestro camino. Lo imagino como un círculo. No un círculo vicioso, sino virtuoso. Un camino circular por el que constantemente estamos volviendo a puntos que dejamos atrás, no como involución sino para perfeccionarnos y evolucionar. Recorremos cada punto contenido en el círculo conociéndolo, reconociéndolo y optimizándolo hasta llegar a la perfección. El círculo es, en definitiva, como el número cero, que es "nada" y lo contiene todo...