Una noche deberé partir,
o una mañana cualquiera.
Pero habré de volver
con la memoria intacta
atesorada en el alma.
Elegiré un día de luminosa frescura
para disfrutar del reencuentro
con los caminos ondulantes
bañados por la claridad sensual
de un otoño amanecido.
Volveré mil veces y una más
como deseo atormentado,
cargada de sensaciones
y oliendo a néctares y a lluvia.
¡Estaré volviendo tantas veces!
Cada día del eterno calendario,
como lo hace el viento
desde el fondo más oscuro
del pasado y del futuro.
Como rocío, perpetuo y fresco,
para humedecer las bocas,
las pétreas manos
y la carne firme.
Volveré siempre igual
y de aquí en más,
como pantera sangrante,
herida y voraz,
acechando amores.
Al llegar buscaré la luz.
Me quedaré muy quieta
ante la luna y el sol
para ser simplemente
una silueta breve
dibujada al trasluz
entre los velos sutiles
de una brisa otoñal.
Siempre estaré volviendo
como un deseo atormentado
desde el fondo más oscuro
del pasado y del futuro.
Volveré como rocío,
humedeciendo bocas,
reviviendo flores,
renaciendo amores.
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