(...)
Desde una noche ciega
desde olvido
desde horas cerradas
en lo solo
sin lágrimas ni amor
te estoy llamando
como a la muerte
amor
como a la muerte.
(Idea Vilariño)
Cuanto dolor esta memoria sangrante, esta daga del recuerdo, esta oscuridad en mi pecho.
Queda tan lejana tu sonrisa, la mirada clara, los abrazos que estremecen la piel. Sensaciones nítidas, perfectas, reales. Sensaciones y emociones para las que no existe un calendario que me fuerce a olvidar.
Desde aquel día es imposible evitar sentir que mis manos son el reloj y que tu ternura es la arena que se escurre entre mis dedos.
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