Cada vida es una historia,
una hilera de pasados
abrochados a la piel.
Son los pies ensangrentados
de la muerte peregrina
que no olvida ni posterga
cada cita que agendó.
Las palabras escurriendo
por los vidrios empañados
y la esquina de tu casa
que recuerda cada tarde
que la ausencia anocheció.
Intenciones yuxtapuestas
esparcidas por la piel,
bajo arrugas incrustadas
y una gruesa cicatriz.
Es el aire que desplazo
con mi paso y mi ademán.
Es la pena machacada
y la risa sin razón.
Es lo único que tengo
porque es todo lo que soy.