Vidas de cristal...


Me he ido alguna vez, aunque nunca me haya ido, dejando retazos de mi sombra esparcidos en mil espejos. Sombras latentes detrás de los muros, enmarcadas, demacradas, silenciosas.
Esperan mi regreso cada mañana y ya por las noches se desvanecen de pena y de ausencia.

En la inquietante profundidad de los cristales he dejado migajas de vida y algún impreciso indicio para mi muerte, misteriosa y muda compañera que siempre aguarda agazapada, persistente y voraz.

El día que yo me vaya se irán conmigo todas mis sombras y ninguna luz y los espejos que habité serán el nido de otras almas, de otras penas que olvidar, de las fugaces siluetas de otras vidas por vivir. Tal vez sea yo misma quien vuelva algún día, sin memorias antiguas que temer ni lágrimas secas en las pestañas...