Es así como siempre estás,
en tu silencio antiguo
y con la lejana mirada
del que mira sin ver nada.
Así estoy yo en tu ventana.
Cubierta apenas
con ausencias impalpables,
como Dios, como la espera.
En el fondo ambiguo
de un espejo muerto
y en la espalda de mi espalda.
Te veo en mí a la distancia
como a aquella extraña,
la del rostro oculto
en la cruz de mis entrañas
que se muere por reír
y no ríe por vivir.
Sal de allí
y vuelve a mí
que hay memorias por vivir
y hay historias que escribir,
que hay recuerdos que evocar
y hay amores por parir...
Mariel