Él nunca la olvidó y recurrentemente volvía a su memoria aquella mirada casi infantil y esos labios apetecibles y tibios…
Estaba convencido de que algún vez la volvería a ver y se preparaba cada día para ese momento con la esperanza de recuperarla.
Envuelto en esos pensamientos y deseos, bajó del subterráneo al paso de la multitud que trataba de no chocar con otra multitud que intentaba subir…
Cuando el torrente humano descendió, ella no tuvo más alternativa que dejarse conducir por el gentío que enseguida ocupó el poco espacio disponible en el segundo vagón del subterráneo. El tren partió con un leve quejido eléctrico mientras él y la multitud iban escaleras arriba dejando semivacía la estación…