Un día busqué dentro de mí y no me encontré…
Quería verme de verdad, conocerme de una buena vez. Entender lo que era (soy) y para qué estaba (estoy) aquí. Sin embargo yo ya no estaba…
Temí lo peor. Creí descubrir que siempre había sido una mentira. Una ilusión de alguien más. Un alguien que tal vez estaba inventando una historia o buscando en su interior una mujer de quien enamorarse. Una imagen mental que se adaptara perfectamente a sus deseos y necesidades. Una sustituta de su amor frustrado, tedioso y rutinario. En fin, una simple muñeca de humo que podía hacer desaparecer a voluntad y volverla a revivir cuando le apeteciera…
Pero… ¿por qué un simple producto de la imaginación de otro podría querer encontrarse a sí misma? ¿Cómo una invención caprichosa de un desconocido podría querer conocerse? ¿Conocer qué, si no había nada que conocer fuera de lo que una imaginación ajena quisiera o dispusiera?
Nunca llegué a contestarme esas preguntas pues en ese momento, de distintos parajes que ni yo sé dónde quedan, comencé a llegar a mí. Retornaba después de haber salido de mí misma quién sabe hacia qué rumbos ni con qué motivos. Tal vez en busca de aquellas respuestas que ahora sé que jamás podré encontrar…