Salitre, viento
y la roca dormida.
Esbozo primero
de un tiempo continuo
que nos vuelve a juntar.
En tu espera paciente
recreo la ilusión
de que seas regazo
para toda mi historia,
la que recuerdo
y la que,
por compasión a mí misma
limé de mi piel.
Entre tus largos murmullos
se irá mi nombre,
mi carne toda
y hasta mis latidos,
aún antes de latir.
En tu aliento primitivo
quedará escrita
mi única virtud,
como un primer horizonte
desde donde partir
cada mañana.
Mariel